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Aunque la pobreza en Colombia es generalizada, el país desecha 10 millones de toneladas de comida al año según las estimaciones que el gobierno publicó el pasado mes de marzo. ABACO, una red nacional de bancos de alimentos que presta servicios a los más necesitados, y el Centro Latinoamericano de Innovación en Logística (CLI) se han unido para reducir los desperdicios y mejorar la logística de distribución de los excedentes de alimentos entre las comunidades empobrecidas.

«Es la primera vez que el gobierno colombiano publica cifras oficiales de la cantidad de alimentos que desperdician agricultores, fábricas, empresas de distribución y consumidores del país», comenta Ana Catalina Suárez Peña, Directora ejecutiva de ABACO. Las estimaciones destacan la magnitud del problema, así como la urgente necesidad de soluciones más efectivas. Las empresas reciben créditos fiscales por la donación de excedentes de alimentos a organizaciones benéficas pero gran parte de los productos que envían a los vertederos son perfectamente comestibles.

La ley propuesta, que impondría sanciones a aquellas empresas que tiren comida sin necesidad, podría ser un gran incentivo para el cambio. Si la ley se aprueba, será una de las primeras leyes de este tipo en el mundo, afirma Suárez. La creación de cadenas de suministro inversas más eficientes para alimentos también conllevará beneficios medioambientales puesto que se reduciría la cantidad de productos en los vertederos.

La asociación entre ABACO y CLI se está enfrentando a la montaña de desperdicios de alimentos por dos frentes: por un lado, aumenta la eficiencia de las operaciones de recogida y distribución de ABACO y, por otro, ayuda a las empresas de distribución a que desarrollen estrategias menos derrochadoras a la hora de deshacerse de productos que ya no deseen vender. Existen planes para trabajar con agricultores en una fase posterior. Muchos agricultores son pobres y aun así desperdician alrededor de un 40% de sus cosechas porque los productos no cumplen los estándares de calidad de las empresas de distribución y los consumidores.

ABACO dispone de 19 bancos de alimentos en 18 ciudades de Colombia. Cada año, su flota de 48 camiones recupera unas 20.000 toneladas de alimentos rechazados. Entre un 15 y 30% de los alimentos no son aptos para el consumo humano. Los productos consumibles se almacenan en las instalaciones de ABACO, que funcionan como centros de distribución para unas 2.500 organizaciones benéficas que se encargan de la distribución final a las ciudades necesitadas.

Es una cadena de suministro compleja. La cantidad de productos que las empresas de distribución donan varía cada día, por lo que es extremadamente difícil predecir los volúmenes de suministro. A menudo, las empresas de distribución avisan a ABACO de que tienen alimentos para donar tan solo 24 horas antes de la fecha de caducidad de los productos. La demanda también está fragmentada. Tomemos como ejemplo a Bogotá, la capital de Colombia, donde unos 200 establecimientos donan excedentes de alimentos. De los 7 millones de habitantes de la capital, unos 700.000 viven en la pobreza. Están repartidos por toda esta megalópolis congestionada por el tráfico, donde hay un único banco de alimentos de ABACO y una flota de camiones con capacidad para cuatro o cinco toneladas y un solo camión de 10 toneladas. Es casi imposible que el banco de alimentos pueda llegar hasta cada establecimiento, así que ABACO debe encontrar mejores formas de utilizar los recursos de transporte de la organización. «Un problema es que en torno a un 58% de nuestros camiones están vacíos en un momento dado puesto que es extremadamente difícil encontrar cargas de retorno», dice Suárez.

El CLI está ayudando a ABACO a optimizar su cadena de suministro mediante la mejora de los procesos de planificación de rutas de los vehículos. Este centro está creando modelos de redes de distribución de ABACO para optimizar el transporte. «Estamos desarrollando una herramienta de software simple que ABACO puede emplear para priorizar las recogidas de donantes mediante, por ejemplo, las fechas de caducidad de los productos, y hacer un mejor uso de sus camiones», explica Vivian Rangel, líder de investigación en sostenibilidad de CLI.

La segunda parte del proyecto se centra en las empresas de distribución que donan alimentos. Aquí, el objetivo principal es preparar argumentos empresariales sólidos para enviar el excedente de productos a bancos de alimentos. «Estamos intentando mostrarle a la industria que la donación de alimentos tiene sentido desde el punto de vista empresarial en términos de impacto social, medio ambiente, sostenibilidad y desarrollo económico, y que no es simplemente un acto de caridad», dice Suárez.

Según explica Rangel: «En los últimos dos y tres años hemos analizado las prácticas de desecho de importantes empresas de distribución y hemos observado que la mayor parte de los productos que se desechan, en realidad se podrían aprovechar». Una gestión deficiente, rupturas de la cadena de frío y un uso incorrecto de las fechas de caducidad son ejemplos de prácticas que se podrían cambiar para reducir la cantidad de alimentos que los establecimientos desechan, afirma Rangel. La reforma de estas prácticas puede reducir los costes de las empresas de distribución mediante la mejora de la gestión de existencias y la ampliación del periodo de caducidad de los productos.

El CLI está colaborando con los puntos de venta para mejorar los procesos de logística dentro del establecimiento. Una medida tan simple como asegurar que los productos de desecho se separan de los productos comercializables puede suponer una gran diferencia. «Estamos trabajando en una guía para ayudar a las empresas de distribución a que mejoren la forma en la que gestionan los alimentos y a que creen mejores prácticas en este área», dice Rangel.

Se espera que el trabajo de la asociación también cambie la política pública y dé lugar a una reformulación de la manera en que Colombia y posiblemente otros países producen y distribuyen alimentos. «El desperdicio de alimentos está directamente relacionado con la eficiencia de las operaciones de logística y tenemos una oportunidad para marcar una auténtica diferencia en las comunidades pobres del país», señala Suárez.

Si desea obtener más información sobre el proyecto de desperdicios de alimentos del CLI, envíe un correo electrónico a Vivian Rangel: vrangel@logyca.org

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