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Supply Chain Frontiers issue n.º 56. Lea todos artículos en este asunto.

Las empresas europeas que siguen luchando contra los elevados costes del capital a largo plazo y el acceso limitado al crédito bancario están recurriendo a un dudoso aliado financiero: sus clientes.

Un acuerdo financiero, denominado confirming (CF), recurre a la calificación crediticia favorable de compradores sólidos y de gran tamaño para garantizar capital a un precio relativamente barato para proveedores necesitados de fondos. El método se percibe como algo beneficioso para todas las partes implicadas y, de hecho, está siendo fomentado por los gobiernos nacionales, incluyendo el de los EE.UU. a través de la iniciativa SupplierPay del presidente Obama, que anima a las empresas a utilizar instrumentos como el CF para que sus proveedores puedan disponer de capital.

Sin embargo, el CF puede aumentar el perfil de riesgo de las cadenas de suministro hasta niveles peligrosos, e incluso provocar un fracaso financiero sistemático. La investigación llevada a cabo por el programa MIT-Zaragoza International Logistics, Zaragoza (España) analiza los motivos existentes tras el CF y los riesgos que entraña.

Los proveedores implicados en Europa suelen ser pequeñas y medianas empresas (pymes) que siguen sufriendo las consecuencias de la restricción del crédito provocada por la crisis financiera de 2008. Por regla general, grandes empresas  con calificaciones crediticias de doble o triple A no tienen problemas para obtener préstamos de dinero, pero las pymes europeas con una calificación, digamos, de BBB que tienen que financiar sus operaciones y generar capital circulante siguen encontrando dificultades para obtener préstamos a tipos competitivos.

La forma habitual de CF, iniciada por el comprador, implica un enfoque orientado hacia los rendimientos para un amplio abanico de proveedores. El vendedor o el proveedor que necesita liquidez vende algunos de las cuentas pendientes de pago de su comprador a una institución financiera, como por ejemplo un banco, propuesta por el mismo comprador.  Como este comprador tiene una excelente calificación crediticia, el banco ofrece al proveedor unos préstamos a precios competitivos, basándose en la venta de las cuentas pendientes de pago. A cambio, el proveedor acuerda ampliar los plazos de pago del comprador.

Los proveedores ganan, porque tienen acceso a capital a precios asequibles, y los compradores también, porque se aseguran una ampliación en los plazos de pago (aunque los proveedores reciban el pago más tarde, el ahorro en sus préstamos compensa de sobra esta circunstancia). El banco también gana, porque la transacción se traduce en más negocio; a menudo, los bancos venden rápidamente otros productos a los proveedores participantes.

Algunos gobiernos europeos ven el CF como una forma de superar los problemas de liquidez que han asolado sus economías, y espolean activamente el crecimiento de estos programas. A comienzos de año, el presidente Obama introdujo la iniciativa SupplierPay en los EE.UU., la cual ofrece a los compradores la posibilidad de pagar antes a los proveedores o de utilizar algún mecanismo financiero para mitigar los problemas financieros de los distribuidores.

A medida que el CF evoluciona, va distanciándose de las plataformas tradicionales propiedad de los compradores o los bancos, y se dirige hacia un modelo de servicio telemático, basado en la nube. Esta nueva iteración es de fácil acceso y reduce la necesidad de desarrollar software y de contar con puestas en práctica prolongadas que añaden costes y tiempo al proceso. La introducción de normas industriales y de condiciones económicas desafiantes también están impulsando el crecimiento del CF. Los programas consolidados atraen a un mayor número de prestamistas, lo cual los hace aún más atractivos.

Pero la estrategia también comporta algunos riesgos importantes que suelen pasarse fácilmente por alto a medida que aumentan las empresas que recurren al CF. En primer lugar, el mecanismo funciona bien siempre y cuando los compradores paguen a tiempo. Se parte de la base de que grandes empresas con excelentes capacidades crediticias tienen muy pocas posibilidades de incurrir en mora o en impago; no obstante, tal y como puso de manifiesto la debacle de Lehman Brothers en septiembre de 2008, incluso empresas con altas calificaciones crediticias pueden caer. Si un comprador no cumpliera sus obligaciones de pago, la institución financiera implicada se vería obligada a excluirse voluntariamente, y un proveedor relativamente débil podría ir detrás. Si los programas de CF estuvieran muy generalizados, un impago de estas características podría desencadenar una crisis de mercado. A medida que los vehículos de CF se consolidan, pueden ampliarse a compradores con un riesgo de inversión alto, lo cual implicaría riesgo de impago.

Las posibilidades de que esto suceda aumentan cuando la cautela de los bancos no es lo suficientemente rigurosa; siempre existe la tentación de tomar atajos cuando una gran cartera de proveedores (cada uno de los cuales representa nuevas oportunidades para vender servicios financieros) es parte de la operación. Además, evaluar el riesgo de la cadena de suministro no es una competencia fundamental en el sector bancario.

Otra amenaza es el nivel de endeudamiento que el CF anima a adquirir, así como el nivel de riesgo que esto representa para las empresas y las economías individuales; asimismo, utilizar la calificación crediticia de un comprador para garantizar el capital podría debilitar la posición del proveedor en la negociación de un contrato.

Algunos de estos riesgos se mitigan gracias a la aparición de soluciones en red de financiación de la cadena de suministro que conectan entre sí a una amplia variedad de socios comerciales, aumentan la eficacia de los programas y mejoran la visibilidad sobre las operaciones. Además, el CF estimula la colaboración entre proveedores y compradores, lo cual, a su vez, fortalece la competitividad.

Sin embargo, a medida que la tendencia del CF sigue adquiriendo impulso, las empresas y los gobiernos tienen que ser conscientes de los riesgos de pérdidas que, en última instancia, podrían provocar otro derrumbe financiero.

Este artículo fue publicado originalmente por la revista CFO, y escrito por el profesor Alejandro Serrano, catedrático de gestión de la cadena de suministro del programa MIT-Zaragoza International Logistics, y Spyros Lekkakos, doctorando del programa MIT-Zaragoza International Logistics. Para más información, póngase en contacto con Alejandro Serrano.