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Supply Chain Frontiers issue #45. Lea todos artículos en este asunto.

A la hora de diseñar redes de cadenas de suministro, las empresas ubican las instalaciones pertinentes con la finalidad de otorgarles la máxima ventaja competitiva. En otras palabras: las empresas se esfuerzan para que los clientes puedan acceder a sus instalaciones de la forma más sencilla y rentable posible. Esto es algo bastante sencillo en caso de condiciones operativas normales, aunque la misión se torna más complicada cuando se toman en consideración algunas interrupciones de gran calado, como los desastres naturales. Una nueva investigación del doctor Mozart Menezes, profesor de gestión de la cadena de suministro en el MIT-Zaragoza International Logistics Program, Zaragoza (España) y los doctores Oded Berman y Dmitry Krass, ambos pertenecientes a la Joseph L. Rotman School of Management de la Universidad de Toronto (Canadá), tiene el objetivo de ayudar a las empresas a tomar mejores decisiones en lo que respecta a cómo diseñan las redes para que éstas puedan hacer frente a condiciones extremas.

Las redes de las cadenas de suministro en cuestión podrían tener alcance regional, nacional o internacional; asimismo, las instalaciones relativas a los componentes podrían ser centros de distribución, centrales y otro tipo de instalación. El término «clientes» abarca a aquellos sujetos que necesitan su producto o su servicio, entre los que se incluyen compradores y entidades dentro de la organización; por ejemplo, una central propiedad de una empresa que suministre a los puntos de venta de la propia organización.

«Son muchos los factores que influyen a la hora de determinar dónde se ubicarán las instalaciones en una red, aunque estamos analizando las opciones en situaciones de emergencia. Por ejemplo, si se produce un huracán, no se puede prestar servicio a la población afectada a través de una instalación que se encuentre dentro del área afectada», afirma Menezes.

El impacto de desastres como el huracán Katrina, que azotó la costa estadounidense del Golfo de México en 2005 o el tsunami que devastó algunas zonas de Japón el pasado año, se extiende a gran escala a través de las cadenas de suministro. Además, los métodos de fabricación, como los modelos de entrega a tiempo y de inventarios mínimos, que tienen la misión de recortar costes, pueden hacer que las redes sean vulnerables incluso a desequilibrios relativamente suaves entre la oferta y la demanda.

Cuando las instalaciones están inhabilitadas y no hay alternativas viables, el coste en términos de descontento por parte del consumidor puede ser elevado. Si las instalaciones de trabajo no están lo suficientemente cerca de la ubicación del cliente como para ofrecer un nivel de facilidad suficiente, o si los centros operativos estuvieran demasiado ocupados como para prestar el servicio necesario cuando un cliente los visita, el resultado puede ser una importante pérdida de demanda para el vendedor.

«Mi investigación ofrece perspectivas relativas al papel que desempeña la ubicación a la hora de mitigar los efectos del fallo de una instalación en las redes de las cadenas de suministro y, por extensión, el impacto sobre los costes operativos a largo plazo», afirma Menezes.

Existen varias maneras en las que una empresa puede emplear la ubicación de una instalación como vía para lograr que una red sea menos propensa a experimentar fallos en el servicio durante situaciones de crisis. Se puede hacer que los centros de distribución situados en zonas críticas sean menos vulnerables a sufrir paradas, por ejemplo, mediante el refuerzo físico de las estructuras o la reconfiguración del diseño, aunque la inversión adicional tendrá que estar justificada. La generación de redundancia en la red es otra posible estrategia de mitigación que desemboca en un gasto adicional.

El proyecto liderado por Menezes toma en consideración dos tipos de escenarios: uno en el que los clientes no tienen información alguna sobre el estado operativo de una instalación y otro en el que dichos clientes tienen toda la información necesaria acerca de las condiciones de la instalación que están visitando.

En el primer escenario, puede darse la circunstancia de que los clientes sin información avanzada tengan que visitar varias instalaciones antes de encontrar una operativa. El coste que repercute sobre el cliente tiene tres componentes: desplazamiento (búsqueda de una instalación funcional), fiabilidad (cuán fiable es la red) e información (tener una mala información acerca de qué instalaciones están disponibles en situaciones de emergencia). Algunas posibles soluciones son construir más instalaciones para reducir los costes de desplazamiento, hacer que el sistema sea más fiable o eliminar la incertidumbre informativa habilitando un centro de información.

Cuando los clientes están informados acerca de la situación de la red de la cadena de suministro, pueden adoptar mejores decisiones en lo que respecta a acceder a determinadas instalaciones cuando se produce una interrupción. En este caso, el objetivo es encontrar formas de ubicar las instalaciones de tal forma que los clientes puedan adoptar estas decisiones de la forma más sencilla y rentable posible.

Hasta la fecha, gran parte de este trabajo se ha llevado a cabo en relación con las instalaciones de servicio público, como por ejemplo hospitales, pero los mismos principios pueden aplicarse sobre el sector privado. Tal y como señala Menezes, «debido al perfil de creciente riesgo en las redes de cadenas de suministro, es probable que se incremente la importancia de la ubicación de las instalaciones con el fin de mitigar los efectos de las interrupciones a gran escala».

Para más información sobre el proyecto de investigación acerca de la ubicación de las instalaciones, póngase en contacto con el doctor Mozart Menezes.