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Supply Chain Frontiers issue #40. Lea todos artículos en este asunto

Países en desarrollo – incluso aquellos que han firmado y ratificado el Protocolo de Kyoto – parecen tener poco incentivo para medir las huellas de carbono de sus cadenas de abastecimiento. Sin embargo, la investigación desarrollada en el Centro Latinoamericano de Innovación en Logística (CLI), ubicado en Bogotá, Colombia, muestra que las compañías Colombianas involucradas en el comercio internacional están respondiendo a una creciente presión de los clientes para controlar sus emisiones de carbono. El reto es desarrollar modelos de medición que estén ajustados a las operaciones en economías emergentes.

Aunque Colombia firmó el Protocolo de Kyoto, como un país en desarrollo no le es requerido reducir sus niveles de emisiones. Las iniciativas para reducir los inventarios de gases de efecto invernadero a nivel de compañía o producto son voluntarias. De la misma manera, a nivel general se evidencia la falta de experiencia en el manejo de la huella de carbono dentro de la comunidad empresarial de Colombia, y muchas empresas no son conscientes de los beneficios de los programas de reducción de emisiones.

A pesar de esto, varias organizaciones están realizando esfuerzos pioneros para establecer este tipo de programas “Un elemento clave es que estas compañías están exportando a los Estados Unidos y Europa, y para éstas es importante mostrar a sus  clientes que estén comprometidos con el medio ambiente,” dice Vivian Rangel, investigadora del CLI. Estas empresas pioneras también ven una oportunidad para ser más competitivas en mercados globales al ganar reconocimiento como líderes en el cuidado del medio ambiente.

Rangel es la responsable del proyecto de investigación que adelanta el CLI para medir las huellas de carbono de 12 compañías en Colombia de diferentes industrias: cemento, construcción y mejoramiento del hogar, alimentos y bebidas, petróleo y gas. El trabajo comenzó hace un año y está por iniciar la segunda y última fase que durará entre seis a ocho meses.

“La medición de huella de carbono en Colombia y en mercados emergentes generalmente es diferente de prácticas similares en los Estados Unidos”, explica Rangel. Por ejemplo, los patrones de generación eléctrica y consumo. Alrededor del 78% de la electricidad de Colombia proviene de plantas hidroeléctricas, con un 11% y 5% generado de gas natural y carbón, respectivamente.

Por otra parte, Colombia es uno de los 10 mayores productores de carbón en el mundo, y tiene las mayores reservas en la región. “Todavía hay un número significativo de compañías usando carbón en sus procesos de fabricación desde que no hay un incentivo económico tributario para usar gas natural o un combustible alternativo,” dice Rangel. De hecho, casi la mitad de las compañías con las que el CLI está trabajando para medir su huella de carbono están usando carbón como fuente de energía. El combustible constituye más del 50% de las emisiones totales de sus operaciones de manufactura.

Otro reto es manejar las emisiones generadas por el transporte en Colombia. Las condiciones difíciles de las carreteras, los densos flujos de tráfico,el tipo de combustible y la edad de los vehículos (el promedio de edad es de 25 años) significa que la industria tiene un control pobre de las emisiones en relación con Estados Unidos.

Para los propósitos del proyecto, el CLI está basando estas mediciones en un estándar global: Greenhouse Gas Protocol Initiative, desarrollado por el World Business Council for Sustainable Development y el World Resources Institute. “Estamos ajustando esta metodología a las condiciones locales y al contexto operativo de las compañías colombianas, creando una versión que tenga en cuenta los retos de los mercados emergentes,” dice Rangel.

En la siguiente fase, el CLI se enfocará en las huellas de carbono de producto en algunas compañías que hacen parte del proyecto. El análisis comprenderá cada etapa del ciclo de vida de un producto – desde la extracción de materias primas hasta el consumo final. Uno de los temas más importantes a tratar es la identificación de las emisiones de carbono derivadas de productos agrícolas; materia prima primaria para las empresas participantes. “El componente logístico se vuelve más complicado ya que tenemos que asignar las emisiones de dióxido de carbono a una unidad de producto, teniendo en cuenta que hay varios proveedores de trasporte involucrados,” dice Rangel.

En un próximo proyecto, el equipo de investigación también planea revisar el tema del agua. Los retos de medir este recurso podrían ser más complicados que los de emisiones de carbono porque el tamaño de la huella varía de acuerdo a dónde, cómo y cuándo el agua es utilizada. “Tendremos que identificar las características de la cadena de suministro en Colombia que influyen en el consumo y la contaminación de este recurso”, concluye la investigadora del CLI. Gran parte del trabajo será innovador porque hay una falta de datos sobre la extracción y el uso del agua en países en desarrollo.

Los resultados iniciales del proyecto de investigación del CLI: Carbon Footprint Measurement in Emerging Market Supply Chains: The Colombian Case serán presentados por Vivian Rangel Castiblanco y algunas de las compañías involucradas en el proyecto en el Seminario Internacional de Sostenibilidad: Estrategias Sostenibles para fortalecer su cadena de abastecimiento, a realizarse en Bogotá, Colombia, en septiembre de 2011.

Para mayor información sobre el evento por favor contactar a Ana María Prieto, Relacionista Pública CLI, al email: aprieto@logyca.org, o el teléfono: +57 1 4270999, Ext. 191. Para mayor información sobre el proyecto de huella de carbono del CLI, por favor contactar a Vivian Rangel al email: vrangel@logyca.org, o al teléfono: +57 1 427 0999, Ext. 131.